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La pedagogía divina y las reuniones en los templos

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Sadrac Meza (Ph.D. Trinity Evangelical Divinity School) es Profesor de Biblia y Teología en el Seminario ESEPA, Costa Rica, donde ha sido docente por 26 años.


A propósito de las restricciones a las reuniones masivas por razones de salud, incluyendo lugares de culto, y la posibilidad de reanudarlas en un futuro próximo, vale la pena seguir reflexionando sobre el significado de lo que hacemos y por qué lo hacemos.

La religión de Israel tenía un lugar de reunión; era la tienda de reunión. La idea principal era la reunión entre Dios y su pueblo, un punto de encuentro entre lo divino y humano. Era la manera en que el pueblo de Israel expresaba su fe y su sumisión a Dios. Era el lugar en donde Dios hablaba con su pueblo. Era el lugar en donde se arreglaban las cuentas entre Dios y su pueblo. Era el lugar en donde se buscaba a Dios, y se le encontraba. Era el lugar donde Dios podía ser hallado. 

Aunque el ser humano es un ser social, no parece que la tienda de reunión fuera pensada como una respuesta a la necesidad social humana. ¿Por qué? Creo que esto se desprende de la historia de la tienda de reunión.

Tal pareciera que el templo era más susceptible de tergiversar que la tienda de reunión. En el tiempo de Jesús está convertido en un mercado, en cueva de ladrones. Créeme mujer, dijo Jesús, está llegando el momento en que para dar culto al Padre, ustedes no tendrán que subir a este monte ni ir a Jerusalén… Está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere. Dios es espíritu, y quienes le rinden culto deben hacerlo en espíritu y en verdad. Y es que Dios no habita en templos hechos de manos. Dios habita en Jesucristo, y en todos aquellos que están en Cristo.

Aunque para Dios, las cosas no andaban nada mal con la tienda de reunión (durante unos 400 años), el ser humano pensaba diferente (¡qué sorpresa!). A David se le ocurre que es mejor un lugar fijo para la tienda de reunión y, además, que una tienda es para pobres, para esclavos errantes. Piensa que es mejor un templo con todas las de la ley. Al final Salomón construye ese templo (que durará unos 400 años y será destruido). Unos 70 años después es reconstruido humildemente, y remodelado por Herodes el Grande, rey de los judíos, alrededor del tiempo del nacimiento de Jesús (46 años costó construir este templo, decían los contemporáneos de Jesús).

Por eso, la función de nuestros templos y lugares de reunión (nuestra tienda) no tiene la función que tenía la tienda de reunión y el templo en Israel. Para encontrarnos con nuestro Padre celestial, nosotros entramos en nuestro cuarto, cerramos la puerta y oramos en nombre de Jesucristo. Allí arreglamos las cuentas con Dios. Allí Dios nos habla. Allí Dios está. Allí expresamos nuestro amor, nuestra confianza en Dios, nuestra fe y nuestra sumisión a Dios.

Los lugares de reunión nuestros son para nosotros. Por eso se hacen parqueos. Por eso se buscan sillas acogedoras. Por eso algunos lugares tienen aire acondicionado. Por eso se ocupa cumplir con la ley 7600. Por eso el sonido debe ser adecuado. Por eso la hora de reunión debe ser adecuada. Por eso los músicos deben ser profesionales. Todo eso y más, es para nosotros y por nosotros. Dios no los necesita. Son para nuestras necesidades sociales y espirituales. Al reunirnos como iglesia adoramos a Dios corporalmente. Y sí, es cierto, hay una dimensión espiritual corporativa que solo lo puede hacer la iglesia reunida. Y sí, es cierto, nos necesitamos unos a otros. Y necesitamos que se nos exponga la Palabra. Necesitamos el ministerio docente de la iglesia. Pero si las restricciones para salvaguardar la salud no permiten que todos los hermanos asistan a la iglesia, ¿para qué nos vamos a reunir? ¿Se justifica la reunión de unos cuantos?

Creo que Dios nos ha probado con la pandemia del Covid-19. ¿Cómo hemos sido hallados? Los cristianos sabemos que si vivimos para Él vivimos, y si morimos, para Él morimos. Los cristianos sin trabajo, en necesidad, sabemos que Dios es nuestro proveedor. Los líderes cristianos y pastores están siendo probados en su ministerio, en su llamado, en sus modelos de trabajo, etc. Nuestra eclesiología está siendo probada. Estamos siendo probados en nuestro amor al prójimo. Por eso, “esfuércense al máximo en añadir a la fe, la honradez; a la honradez, el recto criterio; al recto criterio, el dominio de sí mismo; al dominio de sí mismo, la constancia; a la constancia, la piedad sincera; a la piedad sincera, el afecto fraterno; y al afecto fraterno, el amor” (2 Pedro 1: 5-7, BLP).

“Si alguna fuerza tiene una exhortación hecha en nombre de Cristo, si de algo sirve un consejo nacido del amor, si nos une el mismo Espíritu, si alienta en ustedes un corazón entrañable y compasivo, llénenme de alegría teniendo el mismo pensar, alimentando el mismo amor, viviendo en armonía, compartiendo los mismos sentimientos. No hagan nada por egoísmo o vanagloria; al contrario, sean humildes y consideren que los demás son mejores que ustedes. Que cada uno busque no su propio provecho, sino el de los otros. Compórtense como lo hizo Cristo Jesús…”

(Filipenses 2: 3-7, BHTI)

 

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