Evangelical,  Evangélico,  teologia

¡Partes del Evangelicalismo merecen ser destruidas, no deconstruidas!

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Por Michael F. Bird

{En respuesta a Jon Leeman}

Jonathan Leeman –un tipo simpático con quien he compartido– ha publicado en 9Marks el articulo Defendiendo la sana doctrina en contra de la Deconstrucción del evangeliscalismo norteamericano”.

En pocas palabras, Leeman rechaza la objeción de que la doctrina cristiana, la doctrina evangélica, este condicionada a la cultura y ensimismada. Frente a esta situación egoísta algunas personas han cuestionado, dudado, repensado y “deconstruido” su fe.

Ahora bien, la deconstrucción [análisis crítico que intenta mostrar las confusiones, fallas y contradicciones de una teoría o de un discurso] es lo ultimo en la avenida y en algunos casos significa el abandono ya sea del evangelicalismo para unirse a iglesias litúrgicas o del cristianismo por completo. 

Tengo sentimientos encontrados al respecto. 

#1 En primer lugar, creo en la doctrina evangélica; de hecho, escribí un libro titulado Evangelical Theology. Pero en la segunda edición enfaticé que debemos estar al tanto del grado al que nuestra teología es verdaderamente bíblica y católica [universal], y hasta dónde es el producto de nuestra propia perspectiva, postura y la filosofía prevalente hoy. ¿Estamos realmente arraigados en la Escritura y la Gran Tradición o meramente interpretándolas a través de los lentes del platonismo o postmodernismo, marxismo, modernismo, el libertarianismo estadounidense o el igualitarismo australiano? ¿De qué manera mi idioma, etnicidad, estatus socioeconómico y ubicación geográfica moldean mi fe cristiana?

Tenemos que ser conscientes en la interpretación teológica. Esto es importante porque siempre nos vemos tentados a leer la Escritura desde nuestra burbuja intelectual, cultural y social y a creernos que es la geo-esfera de la verdad divina. 

#2 En segundo lugar, algunas personas están luchando contra la duda, el arrepentimiento y preguntándose si toda su fe estaba vinculada a su estatus social, la cultura conservadora de sus padres, una fe que usó, pero no siguió a Cristo. Lo entiendo y me interesa escuchar y hablar con ellas.  Estoy refiriéndome a que ni la derecha religiosa, ni Ateos-R-Us son los únicos partidos en la ciudad.

Leeman se refiere a un artículo de David Gushee  sobre la deconstrucción y el postevangelicalismo. Ahora, no estoy de acuerdo con Gushee en algunas cosas, como que el evangelismo es fundamentalismo 2.0. Creo que los evangelicalismo estadounidenses y globales son más complejos que eso. Pero Gushee tiene razón en que los textos bíblicos requieren intérpretes bíblicos, y esos intérpretes pueden ser miopes y maliciosos en su uso de la Biblia. 

Gushee se refiere a cinco libros sobre género y raza en relación con el evangelicalismo blanco que Leeman señala.

  • Jesus and John Wayne, de Kristen Kobes Du Mez, argumenta que el evangelicalismo blanco se caracteriza por el patriarcado, la masculinidad tóxica, el autoritarismo, el nacionalismo, el sentimiento anti-gay, la islamofobia e indiferencia hacia las vidas y los derechos de los negros.
  • The Making of Biblical Womanhood, de Beth Allison Barr, argumenta que la enseñanza de la subordinación de la mujer es una construcción histórica en vez de cómo afirman sus partidarios que es la “clara enseñanza bíblica”.
  • The Color of Compromise, de Jemar Tisby, traza la larga historia de cómo la historia de los Estados Unidos es una mezcla del racismo blanco y el cristianismo evangélico y la manera en que los evangélicos blancos se han opuesto a todos los esfuerzos teológicos, políticos y morales en contra de la supremacía blanca.
  • Taking America Back for God, de Andrew Whitehead y Samuel Perry, toca el tema de lo que llaman el “nacionalismo cristiano”, pero que en realidad es el “nacionalismo cristiano” (blanco). Sus estudios sociológicos demuestran que gran parte una minoría de hombres blancos y cristianos ha estado impulsando la política de los Estados Unidos.
  • Worldview Theory, Whiteness, and the Future of Evangelical Faith, de Jacob Alan Cook argumenta poderosamente que la supuesta “cosmovisión cristiana” de los evangélicos blancos tiene un parecido sorprendente con el concepto de “blancura” [whiteness], es decir, los estilos de organizar el mundo y responder a las diferencias desde la postura hegemónica de los blancos. En otras palabras, todas esas conferencias y seminarios de cosmovisión estaban enseñándonos a pensar como blancos en lugar de cristianos.

Aquí es donde entra en juego la objeción de Leeman. Afirma:

"[Ninguno] de estos libros surgió de los departamentos de estudios bíblicos, como tampoco las críticas que en la década del ochenta surgieron contra el concepto del matrimonio complementario. El proyecto de deconstrucción no parte de una conversación sobre la Biblia. Antes bien, los mencionados libros representan la obra de tres historiadores, dos sociólogos y un teólogo, a juzgar por lo que entiendo de sus biografías en línea. Puede que ofrezcan algunas afirmaciones del texto bíblico, pero su mayor peso es histórico o sociológica – no tanto “1 Timoteo 2:12 realmente significa”, sino “los complementarios han interpretado o traducido pasajes como 1 Timoteo 2:12 con la intención de mantener el patriarcado”. 

En otras palabras, el juego no es así entiendo la Biblia versus cómo tú entiendes la Biblia. Se trata de así entiendo la historia versus lo que tú entiendes de la historia. Y por historia, me refiero a las historias personales, sus vivencias y las historias escritas y documentadas por los científicos sociales (historiadores, sociólogos), politólogos que analizan encuestas y así sucesivamente. La deconstrucción no comienza con la exégesis [del texto], sino del exégeta."

Entiendo que Leeman se oponga a los argumentos que terminen en “por lo tanto, los heterosexuales blancos son la raíz de todo mal”. 

Lo que Leeman no entiende es que estas historias demuestran la manera en que la Biblia ha sido utilizada para institucionalizar y justificar el racismo y el poder masculino abusivo. ¡Ese punto es válido!

Le sugiero que hojee el libro de Esaú Macaully, Reading While Black: African American Biblical Interpretation as an Exercise in Hope, que es lo mejor que he leído al respecto. Pero enfoquémonos en el lado patriarcal y político de las cosas. 

#1 En primer lugar, acerca del patriarcado, recuerde que ciertos líderes han dicho que las esposas deben quedarse con sus esposos abusadores porque es bíblico. Recuerde a esos líderes que dijeron que las mujeres no pueden ser oficiales de policía ni ocupar cargos políticos porque no es bíblico. Pero ¿será cierto? ¿Será bíblico que la mujer deba sufrir la violencia y el abuso sexual por años? ¿Contradice la Biblia el que una mujer sea alcaldesa? Usted no tiene que ser un fanático anticristiano que ondea la bandera arcoíris de POMO y ser miembro de la ACLU para preguntarse: ¿Por qué alguien sugeriría tal cosa y quién saldría beneficiado? 

Para mí, la gran revelación fue que el matrimonio complementario surgió entre las iglesias suburbanas blancas como una sociología de género posterior a la Segunda Guerra Mundial. No era bíblico y contenía más prohibiciones para las mujeres que las expuestas por las iglesias católicas y ortodoxas.

Si un hombre está golpeando o abusando espiritualmente de su esposa, la solución no sería que siete ancianos discutieran con ella la sintaxis de 1 Tim 2.12, sino que impusieran la disciplina de la iglesia y buscaran una orden de arresto, además de que reconsideraran qué teología propició el que este hombre no viera algo malo en su conducta. 

#2 En segundo lugar, hagamos política. Mi buzón electrónico está repleto con mensajes de amigos estadounidenses contándome la manera en que el trumpismo está destrozando a sus iglesias. La mitad de la congregación está interesada en que Trump sea el Mesías de Estados Unidos, el nuevo Ciro, la elección fue robada, Dios quiere a Trump de vuelta. La otra mitad piensa que la primera mitad está desquiciada y que no distinguirían entre Jesús y el becerro de oro. Las iglesias evangélicas y blancas están divididas entre quienes ven el cristianismo como el sostén de su cultura política y los que entienden que se trata de servir a Cristo y su reino. Esto debería decirle que la mitad del evangelicalismo estadounidense tiene que ser operado de este cáncer.

El problema no es que las historias de Du Mez, Barr y Tisby carezcan de interpretación bíblica, sino que exponen la manera en que interpretaciones bíblicas desubicadas e incuestionables perpetuaron las desigualdades, las injusticias y los abusos.

Lea el libro de Wayne Grudem, Politics-According to the Bible y dígame que está basado en una exégesis imparcial y coherente, en lugar del privilegio de familia pudiente de Grudem, su perspectiva como hombre blanco, el patriarcado posterior a la Segunda Guerra Mundial y de las ideas parroquiales estadounidenses que van desde la atención médica hasta los derechos de posesión de armas. 

El libro de Grudem es la gran prueba de que gran parte del movimiento evangélico y estadounidense no solamente contradice la Biblia, sino que es antagónico porque la usan como un reflejo de su cultura conservadora, la cual no es ni cristiana ni civil ante el resto del mundo. 

Si su versión [lector] del cristianismo significa ondear una bandera confederada, decir que Trump es el nuevo Ciro, quejarse de que la atención médica gratuita conduce a paneles de muerte, argumentar que las mujeres no pueden ser oficiales de policía, que CRT no es más que acoso racial marxista, todo esto mientras sostiene su Biblia, entonces, hay que intervenir para explicarle que su fe es más cultural y política que religiosa.

Lo cierto es que Leeman está tratando de ofrecer un poco de discernimiento pastoral sobre cosas como escuchar agravios, la dinámica del poder relacional, las tentaciones del poder, un modelo de correspondencia de la verdad, el valor de aprender historia y advierte de la anarquía hermenéutica. Démosle crédito por su sensibilidad hacia esas cosas. ¡Tenemos mucho de que hablar!

Pero lo que no entiende es qué pasa si el sistema, las instituciones, las redes, la cultura y los prejuicios que prevalecen en las iglesias evangélicas y predominantemente blancas utilizan la Biblia de tal manera que codifican y justifican prácticas que son dañinas, divisivas y abiertamente políticas. ¿Qué pasa si este supuesto cristianismo evangélico y estadounidense es solamente el engranaje de una máquina más grande, el tipo de máquina para la que Grudem ha ofrecido los esquemas en su libro? Sin embargo, Grudem y otros afirman con la pasión de televangelistas que así ¡lo dice la Biblia! ¿Cómo discute con alguien que usa la Biblia como espejo? 

Las historias de Du Mez, Barr y Tisby son confrontadoras, incluso subversivas, porque sacan los espejos de la Biblia evangélica estadounidense, exponen el interés propio que ha estado operando, narran las consecuencias de esas interpretaciones interesadas, demuestran diferentes formas de leer la Biblia, de mirarse a uno mismo, ¡y precisamente por eso son reveladores! Quizá usted pensaba que predicaba Billy Graham, pero resulta que sin darse cuenta estaba citando a Jim Crow. Porque pensaba que eras una figura paterna como Cliff Huxtable; pero los varones que venían al estudio bíblico se comportaban como Bill Cosby.

Sospecho que Leeman lo admitiría y diría que necesitamos “una mejor exégesis”. Pero sería como si estuviera diciendo que necesitamos un mejor cáncer. La cultura es el problema para la Biblia. De seguro que en algunos lugares la cultura de la interpretación bíblica está amañada para apuntalar la blancura, el patriarcado y la xenofobia. Tenemos que desarmarla y reemplazarla con una práctica de interpretación bíblica que sea global, católica, armoniosa y responsable.

Así que, permítame aclarar que algunas partes del evangelicalismo deben ser destruidas.

  • Que sea anatema allí en donde el evangelicalismo estadounidense es un accesorio para la dominación y el abuso masculino.
  • Donde el evangelicalismo estadounidense sea un lugar para la segregación de otros grupos étnicos y un espacio seguro para el racismo; entreguémoslo a Satanás.
  • Donde el evangelicalismo estadounidense patrocine sistemas que favorecen a los ricos y empobrecen a los pobres, dejemos que esos corazones sean engordados para el día del sacrificio.
  • Donde el evangelicalismo estadounidense construya becerros de oro y nos diga que son monumentos a Jesús, que los idólatras se vean obligados a comer y excretar a su dios.
  • Donde el evangelicalismo estadounidense sea simplemente capital religioso para cualquier facción política, izquierda o derecha, clávele una de las estacas de Jael.

¡Que el evangelicalismo vuelva a ser evangélico!  

Michael F. Bird es un erudito bíblico australiano que escribe sobre la historia del cristianismo primitivo, la teología y temas contemporáneos. Es autor de 30 libros, incluidos los volúmenes Gospel of the Lord: How the Early Church Wrote the Story of Jesus (Eerdmans) y Evangelical Theology (Zondervan). Este ensayo editado fue originalmente publicado en inglés en michaelfbird.substack.com/p/some-parts-of-evangelicalism-do-not.

One Comment

  • Louis E. Colin

    Muy bueno, Jules. Es casi como la conversación sobre quién es quien tiene acento: uno no se auto percibe como teniendo un acento o dialecto… son los otros/as. Quiero compartir un importante vídeo del Dr. Richard Middleton, jamaiquino, quien en su discurso presidencial habló del problema de hegemonías hermenéuticas que por mucho tiempo han sido normalizadas como únicas e incuestionables. Aquí el link: https://youtu.be/tskgT0mJsI4

    Dios te bendiga, Jules.