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La alegría ante el temor

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 Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! 

-Apostol Pablo

Por: Juan J. Cotto

            El 5 de abril de 1943, el pastor luterano Dietrich Bonhoeffer se encontraba preso, les escribía a sus padres, explicándoles cómo afrontaba lo difícil de su encierro. Una melodía entró en su cabeza y plasmó una estrofa de una canción de Hugo Wolff  “De la noche a la mañana, de improviso, se presentan la alegría y el sufrimiento; mas ambos te abandonan antes de que te percates, y se dirigen al Señor para comunicarle cómo los has soportado[1]”. Uno de los aspectos más significativos de la lectura de las cartas escritas por Bonhoeffer desde la prisión, es que muchas de sus citas sobre la alegría o el gozo surgen de su recuerdo de canciones. ¿Qué lleva a un preso en medio de su sufrimiento a enfrentar el miedo y la ansiedad, ante la muerte, cantando sobre la alegría? Un preso, al igual que él, pero en el siglo primero, que enfrentaba la dureza de un arresto domiciliario en Roma escribía una carta a una amada iglesia y de igual manera recurría a las canciones sobre Cristo para expresar sus alegrías y gozo en medio de la aflicción[2].

El apóstol Pablo le dirá a la iglesia en Filipo que se “regocijaran en el Señor, siempre”. El gozo/alegría es uno de los temas más importantes en la Biblia, sobre todo en medio del sufrimiento, el miedo, la ansiedad o el temor. La alegría/gozo como tema teológico subvierte el poder de estos enemigos, que deshumanizan y afligen, apuntando a que veamos, tanto a Dios y la realidad, desde perspectivas diferentes. 

            Cuando miramos la Escritura nos percatamos rápido que la alegría/gozo está ligado a la comprensión de Dios como uno de liberación y salvación. Cuando Israel es liberado del poder tiránico del Imperio Egipcio, Moisés y María irrumpen en cánticos de alegría y gozo. Este patrón de celebración por la liberación de Dios y la revelación de su poder soberano, venciendo el miedo y la muerte, se ve a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Un ejemplo de ello es el Salmo 51:12 donde David después de ser confrontado con su pecado suplica por volver a tener esa fuerza llamada gozo que provee el comprender a Dios como un Dios de salvación.

             Cuando llegamos al Nuevo Testamento se percibe el mismo patrón en la actitud de Jesús. Su actitud es de celebración porque está derrumbando los poderes que deshumanizan como el pecado, trayendo temor y muerte, por medio del reino de Dios. El ambiente alrededor de Jesús es uno de alegría, es exactamente eso lo que produce el evangelio, buenas noticias de alegría. Incluso el escritor de Hebreos 12:2 nos informa que su actitud ante el sufrimiento fue una de gozo/alegría. Luego de morir en la Cruz y resucitar de los muertos, asciende ante el Padre; en la descripción breve que Lucas hace en su evangelio, dice que los discípulos luego de que Él fue alzado “regresaron a Jerusalén con gran alegría”. ¿Qué los hace regresar al lugar más peligroso con alegría, si su Señor le ha sido quitado? Lo mismo. El conocimiento de que Dios ha vencido al enemigo, en este caso llamado la muerte y ha salvado a su pueblo siendo fiel a su pacto y estableciendo uno nuevo con ellos por medio de su muerte y resurrección, sumado a la comprensión de que es el mesías que reina y está en control de todas las cosas. Esa visión de Dios les permite tener una nueva forma de entender los sufrimientos y los temores. Al igual que Pablo, quien puede decirle a la iglesia que siempre se regocije, porque su Señor reina y ha vencido a los poderes opresores como el temor y el miedo junto a la muerte. 

            La alegría/gozo como tema teológico desde esta perspectiva adquiere una fuerza que edifica al creyente en medio de la adversidad. Al reconocer que, ante el temor y el miedo de este mundo caído y cruel, su Señor ha vencido a cada uno de esos enemigos y le brinda socorro y descanso, además de prometerle que un día derrotará los efectos de estos, para siempre. La alegría se encuentra en el corazón mismo del evangelio. En una conversación entre los dos profesores de Yale, Miroslav Volf y Willie Jennings, Volf le pregunta: ¿Qué entiende él por alegría? Jennings le contesta de forma contundente: “Un acto de resistencia contra la desesperación y sus fuerzas…  Es un estado donde encuentro el camino de la vida. Resistencia contra la desesperación y todas las vías que ésta utiliza para llevarnos a la muerte. Resistencia, contra toda desesperación que quiere hacer de la muerte la palabra final[3]”.

En tiempo de pandemia, guerra, terrorismo, violencia, la alegría/gozo es una fuerza que nos ayuda a ver diferente a Dios; como el salvador, libertador que ha vencido al pecado y la muerte y que pondrá todas las cosas en orden mostrándose fiel al pacto con su pueblo, la iglesia. También nos permite ver la realidad de forma diferente, las situaciones actuales no están fuera de control; Dios tiene provisión de alegría en medio de la ansiedad, el temor y el sufrimiento.  En palabras de uno de los cantos que escribe Bonhoeffer desde prisión:

Niega la entrada a la desolación

Y haz que, en todos los lugares 

Que de sangre se tiñeran,

Fluya el gozo a manos llenas[4]

“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! “

Autor: Juan J. Cotto (M.Div) es parte del equipo pastoral de la Iglesia La Travesía en Puerto Nuevo, PR. Es un conferencista internacional y maestro de historia.

[1] Bonhoeffer, Dietrich. Resistencia y Sumisión: Cartas y Apuntes desde el Cautiverio (Salamanca, Ediciones Sígueme, 2008) 34


[2] Para muchos académicos del Nuevo Testamento Filipenses 2:5-11 es un cantico primitivo, y definitivamente este pasaje es el centro de el argumento paulino en la carta. 

[3] https://www.youtube.com/watch?v=1fKD4Msh3rE&t=261s Accesado  el 27 de mar. de 2020

[4] Bonhoeffer, Dietrich. Resistencia y Sumisión: Cartas y Apuntes desde el Cautiverio (Salamanca, Ediciones Sígueme, 2008) 69

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