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Semana santa: Camino de lucha, amor y vida.

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Hace cuarenta días recordamos las cenizas en lamento por un desastre natural y por un desastre humano. Lamentamos cómo la consolidación comunitaria del pecado produce tanta injusticia y sufrimiento a nivel estatal, así como individual. Pero caminemos con Jesús, el restaurador de la vida.

Miramos a nivel internacional y vemos con horror la degradación vertiginosa de la vida de cientos de miles en los gritos de la ciudad de Alepo, Siria. Hemos visto el desplazamiento de refugiados más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Las grandes potencias mundiales se mueven para consolidar su poder sin importar el costo humano de los más vulnerables; quieren  para salir airosos en su dominación de regiónes. Mientras tanto, armas químicas le arrancan la vida a niños, mujeres, hombres, como si fuera una distopía de ficción.

Pero caminemos con Jesús, el restaurador de la vida.

En nuestro patio en Puerto Rico, el desastre humano y gubernamental alza el costo de vida, reduce la capacidad de trabajadores para sostener sus familias, y se aumentan astronomicamente los salarios de los “jefes”. La educación publica esta en una crisis y los mestros tratados como don nadies. Por eso se marcha en la isla ante el espanto socio-politico.

Pero caminemos con Jesús, el restaurador de la vida.

Ante la resaca de masacres escolares en USA, se camina hoy en “March for our lives” para demandar el control de acceso armas de fuego de capacidad letal masiva. Hay dolor, confusión, indignacion y ahnello por una realidad más justa.

Pero caminemos con Jesús, el restaurador de la vida.

Y hoy, ademas, recordamos el martirio de uno que dejo su vida en el altar por defender la vida de los empobrecidos y abusados en El Salvador. En Marzo de 1980 el Arzobispo Óscar Arnulfo Romero fue ejecutado por militares mientras celebraba la misa.

Pero caminemos con Jesús, el restaurador de la vida.

Así comienza la semana santa. Siempre comienza ante patentes luchas. En esta realidad Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, se mete y crea otra posible vida. La semana santa comienza ante el reclamo de incontables voces clamando por otra vida. Voces  anhelando que la impunidad en nuestras calles pueda ser vencida. Gente queriendo solo la básica seguridad de trabajar, comer y cuidar a la gente que se ama. Vivimos con gobiernos que reflejan su corruptibilidad e injusticia porque mucha gente es corrupta e injusta.

¿Qué está mal con el mundo? ¿Quién es el que esta mal en esta sociedad? Chesterton decíaa: “Yo estoy mal”. Sí. Yo estoy mal. Todos estamos mal.

La Semana Santa comienza con el presagio de una muerte segura de Jesús, el justo. 

Los eventos de la última semana de la vida de Jesús ocupan la atención absoluta de los cuatro evangelios y el anuncio consecuente de lo que significa que Dios está en Cristo reconciliando al mundo (2 Cor. 5:19).

Lo sucedido entre la entrada de Jesús a Jerusalén, su muerte y su resurrección son parte de los eventos más dramáticos y teológicamente densos en toda la Biblia (Lc 19:28-40). En estos días se muestran el drama historico de la llegada de Jesús a Jerusalén, el camino de sufrimiento, juicio, traición, última cena, crucifixión y resurreción. (Consideremos cómo el evangelio de Juan le dedica 8 de sus 21 capítulos a la última semana de la vida de Jesús.)

¿Por qué matan a Jesus? Porque confrontó la lógica y dominio de las estructuras políticas, religiosas y personales de maldad, injusticia e  idolatría que nos matan.

¿Por qué muere Jesús? Porque Jesús, el Cristo e Hijo de Dios, toma nuestra oscuridad, asume nuestro destino nefasto, anula el vacío de la existencia desde adentro para hacernos libres, uniéndonos a Dios mediante la fe y la esperanza. El poder de un instrumento de tortura como la cruz es revertido. El inocente muere. El justo muere. El pastor muere. El compasivo muere. Pero como en él estaba la vida la muerte no tendrá ya la última palabra. ¡El cruvificado resucita!

Desde el comienzo del binomio palmas/pasión somos llamados a entrar a un drama desconcertante y esperanzador. Somos llamados a admitirnos y reconocernos como parte de las multitudes observando, participando, cantando y acusando.

La meta de participar juntos como iglesia en los relatos que recorren el sufrimiento del Mesías es que podamos adentrarnos en la vida que Dios esta afirmando en el mundo, abiertos al alcance de la redención en Cristo. Dios se humaniza en el entretejido de mujeres y hombres que se han deshumanizado. Aquí vemos al Dios que desde el grosor de nuestra historia de violencia y muerte, nos revela la anticipación de otro mundo y una nueva humanidad.

En lo más oscuro y sórdido,

en lo más hostil y áspero,

en lo más corrupto

y asqueante;

allí obras Tú.

Por eso tu Hijo

bajó a los infiernos,

para transformar lo que NO ES

y para depurar LO QUE CREE SER.

¡Esto es esperanza!”¹


1 Julia Esquivel, “Esperanza” en Threatened with Resurrection/Amenazado de Resurrección: Prayers and Poems from an Exiled Guatemalan/Julia Esquivel desde el exilio (Elgin, Illinois: The Brethren Press, 1982), 104.