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Conócete a ti mismo… imprumptu desde la fe

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A Sócrates se le atribuye la exhortación proverbial: conócete a ti mismo. Su invitación sigue siendo tan urgente como problemática. Urgente porque nuestra noción del ser humano, habiendo pasado la página de la influencia de la cristiandad medieval y su aceleración hacia la hypermodernidad (especialmente en el Occidente), sufre de una crisis de identidad. Y a la vez es problemático porque nos remite a la actividad de cómo trazar aquello que aparentemente hemos perdido: lo que significa ser humanos.

Identity

Inmediatamente nos damos cuenta que “conocerse” es una actividad que envuelve más, que pues, conocerse. En contraste con la filosofía griega, el reformador del 17, Juan Calvino, comienza su Institución de la Religión Cristiana así: “No hay conocimiento de uno mismo sin conocimiento de Dios.” Su tesis apunta a un asunto más vital: la humanidad entre tanto creación, sufrida en fractura relacional con Dios y prójimo, y esperanzada por la redención, se conocerá así misma en la medida que conoce a su creador.

Más aun podríamos decir que si desde la fe Cristiana Jesuscristo es el ser humano par exellence (a la ves divino) entonces no hay conocimiento de uno mismo o de Dios sin conocimiento de Cristo. Conocemos a Dios como Creador y Salvador, al igual que a la criatura, solo al conocer a Jesús.

Por esto proponemos la siguiente tesis aunque probablemente trille ante los oídos de una audiencia pluralista: la teología cristiana constituye el análisis más adecuado y apropiado de la condición humana. La teología propone una estrategia para alinear la vida con un telos existencial y cosmológico, tanto en teoría (cognitivamente) y practica (éticamente). Y esta correspondencia entre la realidad creada y la percepción de nuestra existencia no es tanto un resultado que se alcanza, sino una realidad que se recibe. Se recibe como regalo de Dios.

Dos potentes conceptos emergen aquí: el pecado y la gracia. Trataremos estos conceptos en otra postal. Por ahora observo que la teología es un oficio de la iglesia y propiamente hacemos teología desde la esfera de la iglesia. Vivimos en la vulnerabilidad de una fe en busca de entendimiento desde la región de hermandad de aquellas que viven y son sostenidas por la presencia y actividad salvífica de Dios. La teología es una de las actividades que nacen por la renovación de la vida que ocurre por la recepción de la gracia de Dios.

Conocerse a uno mismo es crucial. Conocerse como criatura a la imagen y semejanza de Dios es indispensable.