Reflexiones

Adviento

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“El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz;  a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos” (Isaias 9:2)

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    Desde hace algún tiempo he podido apreciar más la época de navidad. Los sonidos, los colores, las flores y arboles, la familia y ahh… la música. ¡Lo disfruto! Pero más aun y con mayor conciencia disfruto de la época como cristiano. La disfruto como uno que se ha encontrado con la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios. Este sentir no es natural, debo decir. Porque aunque dirijo mi atención hacia la esperanza revelada por Dios en Belén, hay muchos que compiten por mi atención, y mi ansiedad. Me explico. Tan pronto se acerca la semana de Acción de Gracias, aun sin haber dicho una palabra de “gracias”, los mercaderes del consumo me quieren vender la idea de que ya es navidad, y que por lo tanto debo de aprovechar “las ventas”. Debo comprar, porque… de eso se trata, de comprar para regalar y compartir en familia todo-lo-que-se-compró! Hace dos semanas (ese jueves de Acción de Gracias por cierto), mientras me dirigía a compartir una cena con unos amigos, pase cerca de una tienda y me llamo la atencion que habían personas acampando en el estacionamiento desde las 5pm para alcanzar obtener “las ventas” de la próxima madrugada. Les digo que me reí y a la misma vez me dio un poco de ansiedad. “Wow, no voy a poder comprar regalos en los tremendos especiales de la mañana.!”

    Brindar regalos es un gesto importante que va a tono con la epoca. Utilizo el asunto para apuntar algo más importante: la presión del consumo y de nuestra sociedad que quiere celebrar algo, con colores, con árboles y flores, con la música y en familia, pero cada vez desea prestar menos atencion a la relevancia de lo celebrado. Es como si tuvieramos una esquizofrenia festiva. Se celebra, se canta y se regala, pero no se sabe pausar y pensar a qué se debe la celebración y cual es el motivo primario del repertorio musical.

    Los cristianos a través del tiempo han encontrado esa pausa, ese enfoque y disfrute en la celebración del “adviento.” La gran proclamación “la Palabra se convirtió en carne e hizo su vivienda entre nosotros” (Juan 1:14) nos asegura que Dios ha entrado en la historia humana en la encarnación de su Hijo. La estación del adviento es una estación de espera, donde optamos por seguir un ritmo que no nos acelera sino que nos lleva a la historia biblica para cultivar nuestra conciencia de que Dios ha actuado, actúa y actuará para transformar nuestras vidas. En el adviento hallamos la pausa para escuchar las profecías del Mesías como dirigidas hacia nosotros—gente que espera la segunda venida de aquel que nació en Belén. Esta espera tiene un ritmo. Para acercarme al pesebre del Salvador y ver la estrella que apunta a su nacimiento, y sentarme con los profetas de antaño para asombrarme con la anticipación del que sería llamado Emanuel–Dios con nosotros–yo tengo que reconocer el motivo de su venida: la desesperanza, la violencia, el desenfreno e idolatría que nos caracteriza como hombres y mujeres. Es debido a este reconocimiento que el evangelista Juan declara que en Jesus “estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.”

    En adviento aumentamos nuestra anticipación del último cumplimiento de todas las promesas del Antiguo Testamento, cuando el lobo descansará junto a el cordero, donde la muerte no dictara más y cada lágrima será enjugada. De esta manera el adviento destaca para nosotros nuestra historia como parte del drama de la salvación de Dios. Y esta historia es una de tension y esperanza. Cristo ha venido, pero no todas las cosas han alcanzado su cumplimiento. Mientras que compartimos la esperanza de Israel y damos gracias por el nacimiento de Jesucrsito, también anticipamos su segunda venida a final del tiempo.

    En vez de apresurarme en esta época navideña a celebrar rapido, pasando por el pesebre con curiosidad para seguir caminando hasta el próximo mall, quiero sentarme a mirar la oscuridad (incluyendo la mía), no por pesimista, sino porque solo así entiendo nuestra profunda necesidad de la luz de Emanuel; esa luz que disipa las tinieblas. 
    
    C.S. Lewis en su perceptivo libro The Weight of Glory  hace este comentario, “Creo en la Cristiandad, así como creo que el sol ha salido, no solo porque lo veo, sino porque por él, puedo ver todo lo demás” (p.140). Para ver y disfrutar y cantar en la navidad tenemos que pasar por las tinieblas para mirar a Jesucristo y anhelar su claridad en nuestras vidas. En esto esperamos a quien el evangelista declara fue enviado por Dios con intenso amor para que toda persona que confíe su vida a Él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). Por cuanto veo a Jesús, puedo ver todo lo demás.!

Paz